'SUGAR', LA ADICTIVA SERIE CON LA QUE COLIN FARRELL HACE UN HOMENAJE A LOS CLáSICOS DEL CINE DE DETECTIVES

Carta de amor al género de los años 40, 50 y 60 en la forma de contar y en la de rodar. Pero, lejos de copiar referencias recurrentes, el cinismo que siempre se le presupone al detective y el halo de femme fatal de los personajes femeninos con los que se cruza en esta serie mutan y se actualizan.

De entrada porque el investigador John Sugar, experto en encontrar a gente perdida, es un hombre íntegro, vulnerable, conmovedor y profundamente empático, rasgos aportados por Colin Farrell que, además de protagonista, es productor ejecutivo y quien se encargó de darle las últimas pinceladas al personaje. Inmenso y carismático, Farrell es aquí la viva imagen de un hombre roto atormentado por un pasado oscuro y un brazo que le da mala vida.

Un detective dandy, políglota y cinéfilo

Sin embargo, su retrato no escapa del todo al cliché intencionado y enriquece la personalidad del investigador con trajes impecables confeccionados a medida en Savile Row (en pleno Mayfair londinense), una afición a los idiomas, al buen wisky, a los coches antiguos, a escribir diarios y a vivir en la habitación de un hotel. Pero sobre todo, y aquí empieza el primer homenaje de la serie al séptimo arte, Sugar es un avezado cinéfilo –"cinéfilo es sutil. Soy adicto", dice-, que lee Cahièrs du Cinema y que solo acepta llevar una pistola porque fue la que usó Glenn Ford en 'Los sobornados' (1953).

La celebración del género negro comienza en la serie desde el minuto uno cuando imágenes filmadas en blanco y negro por el cineasta brasileño Fernando Meirelles ('El jardinero fiel', 'Los dos papas') y la voz en off del detective, nos llevan hasta el Tokio contemporáneo y al desenlace feliz del secuestro del hijo de un miembro de la yakuza. Con el caso resuelto John Sugar regresa a Los Ángeles, la imagen al color y la trama a un nuevo suceso, ahora en pleno Hollywood, donde el detective es contratado por un productor de cine, Jonathan Siegel (James Cromwell), para que encuentre a su nieta desaparecida, una veinteañera descolocada y con un pasado de drogadicción.

Regreso al género negro

A partir de ese momento el ritmo de la trama, que parece seguir el marcado por las partituras del legendario compositor Max Steiner, aborda cuestiones como el racismo, la inmigración, el acoso sexual, el tráfico de personas y retorcidas conspiraciones mientras salpica el argumento con escenas originales de 'El halcón maltés' (1941), 'Historia de un detective' (1944), 'El sueño eterno' (1946), 'Retorno al pasado' (1947), 'El crepúsculo de los dioses' (1950), 'El beso mortal' (1955), 'Así habla el amor' (1971), 'Gilda' (1946) o la ya mencionada 'Los sobornados' (1953), entre otras. Una auténtica delicia para los amantes del género en la que no faltan claros referentes a 'Chinatown' (1974) y que redobla su gancho para los devotos del ‘noir’ rodando en idénticas localizaciones de 'L.A. Confidential' (el bar en el que Sugar conoce a Melanie, la madrastra de la chica desaparecida, es el legendario Boardner´s) o en la antigua casa del productor Albert Broccoli (la saga de James Bond) convertida aquí en la mansión de Siegel, el cliente de John Sugar.

Detrás de este puzle referencial -elaborado por el montador Fernando Stutz, colaborador habitual del cineasta brasileño Fernando Meirelles- de ocho episodios y final inesperado y que se puede ver en Apple Tv+, está Mark Protosevich. Un prolífico guionista que reformuló el thriller de ciencia ficción con 'The Cell' (2000) y a quien se le deben 'Oldboy' (2013), 'Soy leyenda' o el primer 'Thor' (2011). Protosevich ha volcado en 'Sugar' su propia fascinación por el cine que comenzó de niño y que en su adolescencia convirtió en ritual: ver al menos seis películas a la semana en los cines de barrio de Chicago. En todo este arsenal cinéfilo, ocupa un lugar preferente 'Historia de un detective' (Edward Dmytryk, 1944), adaptación de la novela de Raymond Chandler 'Adiós muñeca', que ve mínimo dos veces al año y que fue el germen de 'Sugar'. "Quién sabe", dice Protosevich, "tal vez la serie despierte la curiosidad de algunas personas sobre las referencias que aparecen en los episodios. Si algunos de ellos terminan viendo 'La noche del cazador' por primera vez, estaré absolutamente emocionado".

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